La vida está llena de sorpresas, agradable y desagradables pero es una continua montaña rusa emocional que provoca cambios en nuestro entorno... y los cambios no les gustan a nuestro cerebro.
Nos vemos sumergidos en una rutina cómoda que nos impide, de forma inconsciente, explorar nuevos territorios que, muy posiblemente, estén llenos de grandes oportunidades y desafíos.
Al pertenecer a ese río de personas que se dejan llevar por la corriente de lo cotidiano, corremos el riesgo de vernos estancados en cualquier momento y sin salida posible.
Es, en ese momento, cuando despertamos y nos damos cuenta que no nos gusta nuestra vida!
Este es el primer paso para comenzar a cambiarla.... Ser conscientes de que no nos gusta vivir así.
Entonces, la pregunta no es porque mi vida es asi...
LA PREGUNTA ES: ¿Qué puedo hacer yo hoy por cambiar mi vida?
Estas son algunas de las claves para conseguirlo:
1. Para cambiar necesitas querer cambiar
Parece
una obviedad, pero no lo es. No es fácil saber exactamente las
cuestiones que queremos modificar en nuestro día a día. Muy pocas
personas afirmarían que no tienen nada que cambiar en su vida, pero a
buen seguro les costaría hacer una lista con los aspectos concretos de
su comportamiento con los que no están a gusto. Por otro lado,
identificar un problema no significa que realmente estemos dispuestos a hacer el esfuerzo para solucionarlo.
Todo cambio tiene un coste y unas consecuencias, y tenemos que estar
dispuestos a afrontarlas porque creemos que merecerá la pena.
2. No desperdicies los momentos de inspiración
En
nuestro devenir cotidiano tenemos momentos en los que somos conscientes
de que necesitamos un cambio, pero solemos pasarlos por alto. Y nuestra
memoria es precaria:
pasados unos minutos nos hemos olvidados de que era imperante modificar tal o cual comportamiento. Estos momentos de inspiración, dramáticos pero fáciles de ignorar, son clave para apostar por el cambio.
3. Piensa en grande
Nuestro
ritmo de vida nos empuja a hacer demasiadas cosas a la vez, casi de
forma automática, sin que nos dé tiempo a pensar a qué nos dedicamos
realmente. Esto hace que nos olvidemos de pensar si realmente nos gusta
la forma en que nos movemos por la vida. Para afrontar un gran cambio
hay que pensar en grande, profundizando en el conocimiento de aquello
que es más importante en nuestra vida.
Dejarse llevar es la opción de los cobardes, y la cobardía provoca infelicidad.
4. Ten claro que todo éxito llega a través del cambio
En
ocasiones creemos que nuestra situación puede cambiar sin que nosotros
hagamos nada por cambiarla. Pensamos que llegará alguien o algo (la
lotería, el gobierno, tu jefe, la familia…) que nos hará la vida más
fácil, pero no es verdad.
“Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”, decía
Alexei Tolstoi.
La realidad es que confiar en la esperanza de que las cosas cambien
solas es una opción más arriesgada que apostar por modificarlas: los
cerditos sólo se salvaron del lobo cuando se mudaron de casa.
5. Asume los riesgos
Todo
cambio tiene un riesgo, pero peor es no hacer nada, aunque no sepamos
si vamos a tener éxito. “Si algo he aprendido durante todo el tiempo que
llevo dedicándome a la educación”, explicaba el autor de
El Cambio (Conecta),
Richard Gerver, “es que
no aprendes nada nuevo haciendo las cosas bien, aprendes algo nuevo cuando cometes un error o
te das cuenta que no sabes algo o no sabes cómo hacerlo”. Debemos
vencer el miedo al cambio, y abrazar los riesgos que conlleva, pues la
inacción es generalmente la peor opción.
6. Ama la vida
Todos
tenemos algo que mejorar en nuestra vida. Hay quien sólo necesita
cambiar un hábito o una costumbre y quien tiene que dar un giro de
180 grados, pero todos tenemos que amar la vida para querer que cambie.
La inmovilidad es propia de la muerte, no de la vida.